MARTINETA COPETONA

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A la hora de formar el hogar... (mujeres NO tomar el ejemplo).

La Martineta Copetona es una especie poliándrica. Esto quiere decir que una hembra tiene un "harén masculino" y estable.

Las hembras Martinetas Copetonas son poliándiricas; atienden a un número variable de machos, depositando huevos en los nidos de éstos.

Estudios sobre la reproducción de esta especie hechos por dos norteamericanos (P. & F. Long, 1980) en Península Valdés, Provincia de Chubut , describen los hábitos reproductivos de Eudromia elegans en estos términos:

"..una hembra realiza la postura de 14 huevos (máximo) en el nido de un macho. Luego del desove, comienza a visitar el nido de otro macho. Así hasta completar entre siete y ocho nidos en la estación reproductiva. Un hecho notable es que si uno de los machos pierde por predación una cantidad cualquiera de huevos, la hembra le repone primero la pérdida, para continuar luego atendiendo a otros machos".

La incubación está a cargo de los machos. Los pichones no permanecen en el nido (nidífugos) y reciben cuidados y enseñanzas de su padre.

"Al cabo de tres semanas los pichones rompen el cascarón, y en cuanto se secan ya están en condiciones de desplazarse por sí solos.

Al nacer presentan el aspecto de una pequeña bola de algodón color gris. Al cambio de los plumones conservan definitivamente el característico color grisáceo. El padre guía a los polluelos buscándoles alimento que por sí solos engullen, al mismo tiempo los protegen de los peligros naturales. Cuando presienten algún extraño en las cercanías, hace una señal y como por encanto se quedan todos agachados e inmóviles mimetizándose en el ambiente.

Se hace así difícil a primera vista localizarlos y no se mueven aunque se esté a escasos centímetros de los mismos.

A las dos semanas ensayan los primeros vuelos y paulatinamente, van independizándose para -a las cuatro semanas, adquirir la mayoría de edad- abandonando a su protector definitivamente".

Voz de la Martineta Copetona. ¿Quién me silba?

El silbido de la Martineta Copetona es idéntico al del ser humano. Por eso en esas grandes extensiones patagónicas donde la estepa muestra horizontes como límites, su silbido simple y ameno le pone el latido pausado, tranquilo y vital al silencio.


  Martineta Copetona, página 4