Según se dice todo se remonta a aquella jornada en que Dios enseñaría
a los pájaros a fabricar su nido. A esa noche en que la Vizcacha
organizaba la gran fiesta para todos los animales.
Sólo los Tordos Renegridos y los Músicos aceptaron tan gentil invitación.
Los primeros porque caían seducidos inmediatamente cuando se les decía
“fiesta y comilona”. Los segundos, porque les gustaba cantar, y mucho.
La farra comenzó muy entrada la noche, momento en que el resto de los pájaros
dormían profundamente en un descanso reparador, por la agotadora jornada
que les esperaba con Dios para aprender a construir sus respectivas
viviendas.
Los Tordos Músicos eligieron un gran repertorio para animar la fiesta.
Por tal motivo su ensayo se prolongó más de la cuenta porque ante
tanto bullicio perdían mucho tiempo afinando las voces. Tanto se prolongó,
que aún antes de iniciarse el evento, Dios despertó de madrugada a todos
los pájaros para la tarea prevista.
Por ello, los Músicos –obedientes- debieron abandonar la fiesta y
acudir a la concentración sin alcanzar a cantar un solo tema. Sus primos
Renegridos hicieron caso omiso a la orden y se quedaron en la fiesta.
Por eso
se dice que los Renegridos nunca aprendieron a hacer su nido, y que los Músicos
solo saben ensayar. De allí que su canto es en grupo y suena como si sólo
afinaran sus instrumentos.
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