PATO OVERO

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Algunas leyendas de patos...

Fuente: Fauna Argentina nº 76. CENTRO EDITOR DE AMÉRICA LATINA.


De los aborígenes Tobas

Los Tobas explican la aparición de los primeros patos en un mito según el cual hubo antiguamente un cataclismo por frío que asoló la tierra.

Asin, el héroe, sabía lo que iba a pasar y le indicó a un hombre bueno que juntara una gran cantidad de leña que llegara a tapar su rancho.

El hombre le hizo caso y al terminar Asin entró con él en la casa y se pusieron a esperar.

El frío empezó a llegar en seguida y la demás gente se quedó rápidamente sin combustible; fueron entonces a aquél rancho para pedir fuego pero Asin, muy rígido, sólo entregó brasas a quienes habían sido amistosos con él antes de la catástrofe.

A medianoche sopló un viento muy fuerte y los techos volaron, salvo el de Asin y el hombre.

La gente se empezó a morir; la escarcha tapó todo y no quedó nadie vivo además del héroe y su compañero.

Entonces Asin hizo resucitar a los muertos pero con otra forma: los viejos fueron cigüeñas; los chicos, pajaritos. Unas viejas fueron chajaes, otro viejo el yacaré; gente de edad media, los jotes; una mujer con su hijo en la espalda, el oso hormiguero con su cría; y los adolescentes, garzas y patos.


De los aborígenes Matacos

Los Matacos también tienen a los patos como protagonistas de un mito que da cuenta de las manchas lunares.

Dicen que antes la Luna fue un hombre, amigo del Sol.

Este le regaló un día una cantidad de patos que había cazado para comer, pero Luna no quedó satisfecho: quería más, y decidió ir a cazar por su cuenta. Entonces se transformó él mismo en pato y se acercó a una bandada con la idea de atrapar a los que se le pusieran a mano.

Pero las aves desconfiaron del desconocido, aunque tuviera la misma apariencia de ellas; lo rodearon amenazantes y lo obligaron a defecar. Al examinar sus excrementos descubrieron que eran distintos: revelaban una dieta humana; entonces se abalanzaron sobre el impostor, furiosos, y lo golpearon y arañaron con las uñas.

Luna pudo escaparse finalmente, pero desde entonces muestra las marcas que le quedaron como recuerdo de la paliza que le dieron los patos.


Creencia...

En todo nuestro país, las comunidades aborígenes encontraron en los patos una fuente de alimentación, tanto de su carne como de los huevos.

Particularmente entre los matacos, existen ciertos tabúes acerca de esto.

El hombre cuya mujer está embarazada no debe comer esta ave para evitar que el hijo nazca con las extremidades inferiores “chuecas” como un pato.


VOCES

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