JOTE
NOMBRE
VULGAR: Jote, Jote negro, Jote de
cabeza negra, cuervo, buitre, zopilote.
NOMBRE
CIENTÍFICO: Coragyps atratus
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Preparado para vivir en latitudes templadas y cálidas, el Jote se hace presente
en forma casi continua por gran parte de América. Su presencia
se registra con mayor frecuencia en tierras bajas y su preferencia está
determinada por la existencia de comida. Es por eso que suele abundar en
llanuras orientadas a la explotación ganadera a campo y en los suburbios de
poblaciones donde aprovecha animales muertos, desperdicios y suele instalar sus
dormideros en los propios techos de las casas.
De hábitos diurnos, el Jote comienza su jornada con el amanecer, cuando
abandona su dormidero, pero no inicia su ronda aérea hasta que el sol ha
calentado y se producen corrientes de aire que facilitan su vuelo. Pasa entonces
las primeras horas del día atisbando desde postes o árboles secos o
deambulando por los campos en busca de alimento. En tierra, se muestra confiado
y camina con a .parsimonia. Hacia el mediodía, si el tiempo es bueno, los Jotes
comienzan a elevarse a gran altura, volando en círculos. En vuelo alternan rápidas
batidas de alas con largos planeos en
busca de alimento y de corrientes térmicas
ascendentes que le permitan ascender en el aire sin mayor gasto energético. Su
planeo, para el que se hallan especialmente adaptadas sus alas grandes u anchas,
se ve interrumpido cuando detecta una posible presa. Por la tarde retoman sus
caminatas o sus puestos de observación y a la caída del sol buscan en bandadas
el objeto que servirá de dormidero común; frecuentemente un árbol seco.
CADENA
ALIMENTARIA
Ubicado al final de la cadena alimentaria,
el Jote no es un depredador sino en mínima medida, pues su dieta se basa
fundamentalmente en carroña, es decir que consume animales que han muerto por
razones naturales o que han matado otros depredadores. Para la localización de
su alimento, el Jote depende de su formidable vista, que le permite distinguir
animales inmóviles desde cientos de metros de altura. Los Jotes inspeccionan el
territorio describiendo círculos y cuando descubren una posible fuente de
alimentación, descienden con rapidez para controlar si la presunta presa se
halla efectivamente muerta o apenas inmóvil. Este brusco descenso
desempeña
también la función de señal para sus congéneres, que acuden prestos a
compartir el hallazgo, llegando así a formarse bandadas de decenas de animales.
Localizada la presa visualmente, si el hambre no aprieta, el Jote puede esperar
un par de días en sus cercanías para que la descomposición del cadáver
alcance un punto adecuado para su gusto. Generalmente suelen compartir el
alimento entre sí, aunque en el festín no faltan disputas por algún bocado.
La comida es una actividad bastante bulliciosa, pues a las querellas con otros
carroñeros, se suma la técnica de alimentación algo desprolija pues para
desgarrar la carne la toman con el pico y, mientras se afirman sobre sus patas,
tiran con un violento aleteo que ayuda a empujar el cuerpo hacia atrás y
desgarrar el bocado. Suele ocurrir que después de haberse llenado el buche, los
Jotes tienen dificultad para alzar vuelo y en el caso de verse obligados a
hacerlo con premura pueden regurgitar con violencia. Si bien la carroña es su
alimento preferido y principal, comen también carne fresca. Apretados por el
hambre llegan a atacar tanto a lechones, corderos o chivitos recién nacidos
como a animales mayores evidentemente inermes por vejez o enfermedad. Llegado el
caso su dieta puede incluir también pequeños reptiles.
El Jote encuentra en el hombre una buena relación. Puede ser domesticado y se
acerca confiado. Su vínculo mayor se da por su capacidad de eliminar desechos
de la actividad humana. Así en muchas poblaciones los Jotes conviven con los
hombres y desempeñan una importante labor sanitaria. Las investigaciones han
demostrado que los microbios del carbunclo y cólera resultan destruidos al
pasar por el aparato digestivo del Jote y por lo tanto no se trasmiten.
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