Se
dice que cuando Dios creó los pájaros los hizo a todos iguales porque fue
lo último hizo y ya estaba muy cansado.
Un
día en que estaba sentado a la sombra de unos matorrales mirando su creación,
vio dos pajaritos que trepaban las ramas de los arbustos buscando alimento.
Luego
del banquete, se posaron en una ramita para hacer la digestión.
Al
verlos, a Dios se le ocurrió la idea de poner a prueba lo creado para ver
si todo lo había hecho bien.
Los
llamó y ambos acudieron a él posándosele en cada hombro, sin saber quién
era en realidad el que los llamaba.
Al
de la izquierda le pidió que le trajera un poco de agua porque el sol
estaba muy fuerte y hacía mucho calor. Éste cumplió la orden de inmediato
haciendo innumerables vuelos hasta un arroyo, trayéndole una gotita de agua
en el piquito y depositándosela suavemente en los labios al Supremo hasta
que su sed fue saciada.
Al
de la derecha le pidió por favor que lo abanicara un poco, porque el aire
estaba muy caliente y se sentía sofocado.
Cumpliendo
la orden, el avecita revoloteó largo rato alrededor de su cabeza hasta que
Dios le dijo que era suficiente, pues ya se había refrescado.
La
generosidad de estos pajaritos conmovió al Creador por lo que quiso
distinguirlos de los demás.
Al
primero le puso una cola larga para que sea más bello y le ayude en su
tarea de procurarse el alimento. Así nació el Coludito.
Al
segundo, se le ocurrió dotarlo de un vuelo maravilloso y lo adornó con
colores. Desde entonces fue Picaflor.
Dios
quedó muy contento porque ya no todos los pájaros eran iguales.
El
Coludito y el Picaflor fueron muy felices con sus nuevos vestidos y
habilidades.
|